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Poner a fuego lento la nata líquida en un cazo. Cuando lleve unos minutos hirviendo suavemente y empiece a adquirir cierta cremosidad, agregamos el queso la cantidad dependerá de la clase y fuerza y removemos constantemente con una espátula para que se diluya. Habrá que probar para conseguir el sabor deseado, añadiendo más o menos a tenor del gusto y el cuerpo de la salsa. Paralelamente, ponemos una sartén a fuego vivo con unas gotas de aceite. Casi humeante, se echa el solomillo, que habrá de dorarse por fuera y quedar sangrante por dentro. Al darle vuelta, se flamea con unas gotas de calvados o aguardiente de sidra. Al momento de sacar, se sala por los dos lados. Sacar y depositar unos segundos en un plato. Poner en el fondo de otro plato la crema ligera de queso y encima el solomillo
Un solomillo de vaca de 200 g.
Un dl. de nata líquida
Dos cucharadas de queso roquefort, cabrales o similar
Unas gotas de aceite, otras de calvados o aguardiente de sidra y sal
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